En
la cuerda floja
Silencio
absoluto; el aire contenido; las bocas abiertas... Miraba hacia
arriba sobrecogido; los pies cercenados por la cuerda temblorosa bajo
su peso. Los brazos, doloridos, extendidos hacia los lados entregados
a la labor de mantener la vida en equilibrio. En un segundo, a la vez
que se oyeron gritos de espanto y aplausos enfervorecidos, voló en
rosa y verde hacia la nada.
Ele.
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